martes, 30 de junio de 2009

Sopa de coroncoro

Única Escena.
A lo lejos se oye una canción de cuna.
Luz de madrugada.
Un pescador a la orilla del río, en sus manos recoge una sábana blanca, como una red.
Sonajeros como peces en las aguas del río.
Pescador acuna la sábana en sus brazos igual que a un bebé.

Antes de que nacieras, mi niña, ya había soñado contigo, día a día. Soñé con tus dos cejas sombreadas, tu pequeña nariz, la línea sólida de tu mentón, tu amplia frente, tus labios.

Silencio.

Cuando habitabas en las entrañas de tu madre, en las noches te cantaba canciones de cuna que hablaban de sirenitas azules que se peinaban con peines de nácar sus cabellos a la luz de la luna.

Tu madre respiraba con cuidado como si entre sus dientes llevara un pichón de paloma, y en la tarde, ella escribía las letras de tu nombre, con la punta de la espina de un coroncoro en las paredes de la casa.

Silencio.

Cuando venia al río por las madrugadas le pedía siempre a sus aguas, un coroncoro inmenso, para que tu madre se hiciera una sopa de coroncoro, y tú, pudieras nacer sana y con las mejillas coloradas, pero los coroncoros ya no existen, mi niña y cuando uno le pide cosas que no existen al río es como ahogarse uno mismo en su propia sangre.
Recuerda mi niña, que la sopa de coroncoro ayuda a no olvidar.

Pausa

Mi niña, hoy te has despertado más temprano que de costumbre. En estos meses tus piececitos han dado los primeros pasos. Te ha despertado el sonido del agua que corre del riachuelo que está al lado de la casa.

Mi niña, siempre te ha gustado el sonido del agua, desde antes de que nacieras

A lo lejos se oye una canción de cuna.

He soñado que estaba en la orilla del río, recojo piedras de todos los tamaños y las guardo en mi mochila y tu, mi niña, estás conmigo, gateas hacia las aguas del río. Pareces no escucharme. Te llamo y las piedras que cargo en la mochila me pesan.

¡Mariana!, ¡Mariana!…, tus piececitos pisan la blanda arena del río, te llamo a gritos pero las palabras me pesan…

¿Qué fuiste a buscar en el agua mi niña?

A lo lejos se oye una canción de cuna.

¿Por qué sigue amaneciendo cada día?
¿Por qué continúan corriendo las aguas del río?
Acaso no saben que mi niña…

A lo lejos se oye una canción de cuna.

Las luces se apagan lentamente.

Sopa de coroncoro

Única Escena.
A lo lejos se oye una canción de cuna.
Luz de madrugada.
Un pescador a la orilla del río, en sus manos recoge una sábana blanca, como una red.
Sonajeros como peces en las aguas del río.
Pescador acuna la sábana en sus brazos igual que a un bebé.

Antes de que nacieras, mi niña, ya había soñado contigo, día a día. Soñé con tus dos cejas sombreadas, tu pequeña nariz, la línea sólida de tu mentón, tu amplia frente, tus labios.

Silencio.

Cuando habitabas en las entrañas de tu madre, en las noches te cantaba canciones de cuna que hablaban de sirenitas azules que se peinaban con peines de nácar sus cabellos a la luz de la luna.

Tu madre respiraba con cuidado como si entre sus dientes llevara un pichón de paloma, y en la tarde, ella escribía las letras de tu nombre, con la punta de la espina de un coroncoro en las paredes de la casa.

Silencio.

Cuando venia al río por las madrugadas le pedía siempre a sus aguas, un coroncoro inmenso, para que tu madre se hiciera una sopa de coroncoro, y tú, pudieras nacer sana y con las mejillas coloradas, pero los coroncoros ya no existen, mi niña y cuando uno le pide cosas que no existen al río es como ahogarse uno mismo en su propia sangre.
Recuerda mi niña, que la sopa de coroncoro ayuda a no olvidar.

Pausa

Mi niña, hoy te has despertado más temprano que de costumbre. En estos meses tus piececitos han dado los primeros pasos. Te ha despertado el sonido del agua que corre del riachuelo que está al lado de la casa.

Mi niña, siempre te ha gustado el sonido del agua, desde antes de que nacieras

A lo lejos se oye una canción de cuna.

He soñado que estaba en la orilla del río, recojo piedras de todos los tamaños y las guardo en mi mochila y tu, mi niña, estás conmigo, gateas hacia las aguas del río. Pareces no escucharme. Te llamo y las piedras que cargo en la mochila me pesan.

¡Mariana!, ¡Mariana!…, tus piececitos pisan la blanda arena del río, te llamo a gritos pero las palabras me pesan…

¿Qué fuiste a buscar en el agua mi niña?

A lo lejos se oye una canción de cuna.

¿Por qué sigue amaneciendo cada día?
¿Por qué continúan corriendo las aguas del río?
Acaso no saben que mi niña…

A lo lejos se oye una canción de cuna.

Las luces se apagan lentamente.