jueves, 21 de febrero de 2008

Bajo el naranjo.




A lo lejos se oye cantar un gallo crepuscular. Bajo el naranjo, Griselmina, con un palo de escoba en la mano mira una naranja madura en una rama del árbol. Un rumor de viento estremece las hojas secas en el suelo.


En la misa de mediodía del domingo me encontré con el compadre José Irene, ¿te acuerdas de él?, me contó que a su hijo Nicolás hacía dos años se lo habían llevado a la plaza, su nombre también estaba escrito en la lista negra de Los goleros. Mataron al hijo. Le cortaron la cabeza como a los otros. Tres días después encontraron el desolado cuerpo sin la cabeza, reconocieron al difunto por la ropa.

Griselmina se persigna.


Nicolás, que en paz descanse, llevaba puesto un cinturón de cuero con una hebilla de plata en forma de ancla. Le dieron santa sepultura en el cementerio del pueblo El Salado, pero ni ahí descansó el difunto. Me cuenta mi compadre que Los goleros profanaron la tumba y se llevaron el cuerpo, al lado de la tumba vacía, dejaron el pantalón desteñido con el cinturón del ancla, pobre de mi compadre José Irene, no le dejaron siquiera el recuerdo de su hijo, por lo menos para que él se consolara llevandole siemprevivas al cementerio en las tardes tristes del domingo.


Griselmina sigue mirando la naranja.

Ahora que recuerdo, a mi compadre lo vi más demacrado, más enjuto, como si todos los mosquitos se hubiesen bebido su sangre y lo único que le dejasen fuese su tristeza.Él me dice que lloró para que no se llevaran a su hijo, a Dios gracias que doña Susana, la madre de Nicolás, había fallecido un año antes y no vivió para sentir un dolor más grande que la muerte: la separación de un hijo. Mi compadre pidió con lágrimas que se lo llevaran a él a cambio de su hijo,pero Los goleros saben que una empieza a podrirse cuando el hijo, carne de nuestra carne, cruza el umbral de la puerta para no volver más.


Silencio.

En la misa me encontré con Lucila, preguntó por ti, despùés de tanto tiempo, se acuerdan de ti, Diógenes.


Lucila me contó que el corazón se le quería salir, cuando en las horas de la noche olía en la oscuridad el olor a cobre de Los goleros.


Lucila me contó que una noche Los goleros entraron a su casa, golperon a su marido y bajo la amenaza de las armas, lo obligaron a que sacrificara las gallinas, degollara tres carneros y a ella la pusieron a cocinar sin descanso en el fogón de leña, no les bastó con comerse la cosecha de yuca, el ñame, llevarse el suero y el queso, sino que violaron a Margot, a la niña, fue ahí cuando Rafael se hizo matar de un machetazo en la nuca.


¡Ay Diógenes, cómo duele tanto dale y dale a la vida, cuando la carne ya no puede con ella!


Griselmina con las yemas de los dedos acaricia el tronco del naranjo.


"Pidamos a Dios por el ánima de nuestros familiares muertos", fueron las últimas palabras del cura, esas palabras están como un eco en mi cabeza.


¡Ay Diógenes!



Griselmina deja caer la escoba. A paso lento, como si le pesaran las chanclas con polvo, se recoge la falda mustia, se la acomoda entre las piernas y se sienta en un madero de cedro en el patio, al lado del naranjo.


Griselmina mira dos naranjas verdes y una madura entre las ramas.


¡Ay Enith, Raúl y Diógenes!Mi compadre me dice que abandone esta casa, donde las arañas tejen un manto níveo en los techos, donde la desazón anida en todo rincón, donde los días enteros son grises.


" Vayase comadre, antes que Los goleros vengan otra vez", me dice mi compadre, pero a ellos ya no les tengo miedo, mi único miedo es podrirme lejos de ustedes. Si me voy ¿Quién les dará a beber agua en las madrugadas? ¿Quién les cantará para que no se sientan tan solos como yo?¿Quién les dirá buenas noches después que los gallos dejen de cantar?


Griselmina se mira la línea profunda del corazón en su palma derecha, mira el tronco del naranjo y baja su mirada hasta las raices salientes en la tierra.


Una es del lugar en donde tiene a sus muertos enterrados.


A lo lejos se oye cantar un gallo crepuscular.


Silencio.


Nota:

Este cuento pertenece a la colección de mi primer libro de cuentos" Bajo el naranjo", editado y publicado por la Fundación Arte & Ciencia, con motivo de los 25 años de vida de El Pequeño Periódico, en septiembre del 2007.

6 comentarios:

Sandra Rúa dijo...

Hola Leonardo,
Como sabes, disfruto mucho de tus cuentos y me encanta ver que ya has hecho tu propio blog.
Un abrazo, Sandra Rúa

LORENA TRESPALACIOS JANNE dijo...

Hola, amiguito de mi corazon!!!
debes imaginarte el orgullo q siento al ver tu blog y leer nuevamente algo de lo q escribes...
como si fueras el hijo q aun no tengo, se me hincha el pecho y se me eriza la piel.
un abrazototote desde Mexico

LORENA TRESPALACIOS

Ignacio Rios dijo...

Hola Leo, excelente tu blog, tu tienes mucho talento y vas a ver que recogerás los frutos en un futuro no muy lejano.

Un abrazo

Ignacio Ríos

margarita rodriguez dijo...

hola leonardo es rico saber que la palabra no muere, que vive en nosotros aprendices de escritores que le apostamos a la vida con nuestras letras, que queremos màs allà de la piel porque nos dimos cuenta que somos esencia...
tus palabras han tocado mi esencia, gracias por compertir tus cuentos,

con aprecio Támara Margarita Rodriguez, un abrazo

margarita rodriguez dijo...

leonardo

la palabra se hizo vida en aquellos que como tu no la dejan morir, la palabra se hace carne cuando la disfrutamos...
Hoy aprendiz de escritor me enseñas con tu escrito que hay seguir trabajando en este arduo oficio que nos muestra la belleza del alma

un abrazo con todo mi aprecio
Támara Margarita

Economia: No en solo Dinero dijo...

Sabes leonardo, me encanta la forma en que escribes.
felicitaciones por tu libro.
¿Acaso me recordaras?
Santiago.